Las cosas buenas crecen con ilusión.

Él y ella, viviendo una historia feliz juntos. Seguidamente Vainilla se despierta de su sueño.

Era la cuarta vez que aquella chica había soñado con el muchacho que vio un día mientras cultivaba su huerto. Él se asomó para verla, y ella quedó enamorada desde el primer momento. No sabía como se llamaba pero soñaba con volverle a ver cada día.

Un día mientras Vainilla estaba cultivando su huerto, vio otra vez a aquel joven asomarse para verla, pero seguidamente desapareció, así que Vainilla salió en su busca y le vio entrando en el castillo que se encontraba a las afueras del pueblo, pero no tuvo el valor para entrar y decirle lo que sentía.

Pasaron los días y Vainilla seguía soñando con el chico que vio en el huerto. Un día se armó de valor y fue al castillo a confesarle lo que sentía, pero oyó un ruido y se escondió detrás de unos matorrales del castillo. Desde aquella posición pudo ver como el joven besaba a una chica con cabellos dorados.

Vainilla volvió a su casa desolada. Debido al dolor que sentía se metió en su cama, y estuvo soñando con aquel joven al que nunca podría conseguir durante semanas y semanas.

Pero un día despertó,  vio la verdadera realidad, y decidió cambiar la situación en la que vivía. Comprendió así que lo importante de su vida era seguir cultivando y cuidando aquello que estaba creciendo para poder recoger una buena cosecha y ser feliz.

“ Siembra, cuida y recoge aquello que quieres que crezca para que seas feliz, pero solo aquello que creas que puede hacerte feliz y nada más que eso”